Sentarse y darse cuenta de que estás solo aunque te encuentres rodeado de gente. Una de las cosas que me suelen ocurrir de vez en cuando y que realmente me desagradan. No sé si será por el cansancio.
Intentas animarte, pero es como cuando caes en arenas movedizas, cuanto más luchas, peor. Primero pruebas por demostrarte que quizás alegrandote un poco ese estado de ánimo poco recomendable pase de puntillas delante tuya y no se quede contigo. Como ves que eso no funciona intentas decir algo ingenioso a la gente que te acompaña, pero ves que tus palabras se encuentran encarceladas detrás de tus dientes y de que no hay manera de liberarlas. Si tienes suerte y consigues decir algo, es como si las palabras se perdieran en el aire, transformandose en náufragos de la ventisca, sin llegar nunca a oidos de nadie, sin llegar a un puerto seguro.
En estos momentos es cuando cualquier gesto de cariño, cualquier palabra bonita, es más que bien recibida, como un regalo ofrecido por los dioses envuelto en telas doradas. Es cuando piensas que podrás salir del estado en el que te encuentras inmerso, pero te vuelves a equivocar claramente. No eres capaz de reaccionar a ese gesto cariñoso; como si no hubiese ocurrido, quedandote al margen, como una estatua helada que ve pasar la eternidad sin poder atrapar ningún instante. La impotencia comienza a surgir efecto: no sabes que hacer ni que decir para parecer el de siempre.
Cómo puede ser que estés con las personas a las que quieres y tu comportamiento sea el de un espectro que parece estar pero que en realidad se encuentra ausente, aislado.
Cuando realmente te encuentras solo es cuando consigues vencer al fantasma de la soledad. Te das cuenta de que ese fantasma te ha estado acompañando, le miras al rostro y desaparece tan pronto como apareció.
Es una lástima, sin quererlo has perdido un tiempo en el cual podrías haber compartido alegres y divertidos momentos con tus amigos. Es ese maldito fantasma al que nunca se le puede vencer por completo, ese maldito fantasma que jamás caerá en el olvido.
Y aquí estoy, solo ... aunque pensar en vosotros hace que me sienta acompañado.
Un abrazo!
DraGooN
lunes, agosto 30, 2004
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